Texto íntegro:
La Banca y el Consumo Socialmente Responsable
Joan Ramon Sanchis Palacio, Autor de La Banca Que Necesitamos
El
Consumo Socialmente Responsable (CSR) se ha convertido durante estos últimos
años en un instrumento al servicio de los ciudadanos para contrarrestar el
poder de las grandes empresas y sus prácticas abusivas y poco éticas. A través
del CSR, los ciudadanos pueden penalizar los comportamientos no sociales de las
empresas, derivando sus hábitos de consumo hacia aquellas empresas que son
socialmente responsables, apostando por la protección del medio ambiente y los
fines sociales. Pero el concepto incluye, no sólo el cambio en los hábitos de
consumo a nivel personal, si no también la militancia colectiva en cooperativas
de consumidores, asociaciones ecologistas y sociales y movimientos de apoyo al
CSR. La práctica del CSR se puede dar en cualquier tipo de sector económico y
de producto, lo que incluye también a las actividades bancarias.
La
clave para practicar el CSR está en el criterio que utiliza el consumidor para
tomar sus decisiones de compra y de elección de las empresas con las que
realizar transacciones. Dichos criterios han de tener en cuenta las
consecuencias medioambientales y sociales derivadas de nuestra elección. En
banca, las decisiones de los clientes se toman generalmente atendiendo a
criterios puramente económicos, como son el tipo de interés de las operaciones
activas (préstamos y créditos) y el cobro mayor o menor de comisiones. De
hecho, durante muchos años, estas variables son las que han utilizado los
bancos en sus campañas publicitarias y de promoción para captar clientes.
El
Consumidor Socialmente Responsable ha de ser consciente de su capacidad para
influir en los cambios sociales y económicos, para provocar dichos cambios. La
decisión de elección de un banco u otro va a determinar el éxito o fracaso de
éste, por lo que con el CSR podemos potenciar un determinado tipo de banca frente
a otro. Hemos de ser conscientes del impacto que nuestras decisiones como
consumidores bancarios pueden tener en la banca. Por una parte, estamos en
condiciones de penalizar los bancos que realizan prácticas abusivas con sus
clientes (hipotecas suelo, desahucios y no aceptar la dación en pago,
comisiones desorbitadas) y ahorradores (preferentes y subordinadas) y que
practican operaciones especulativas y poco éticas (blanqueo de dinero,
financiación de empresas que deslocalizan, que utilizan mano de obra infantil o
que explotan a sus trabajadores). Por otra parte, hemos de plantearnos la
posibilidad de apoyar los bancos socialmente responsables (banca ética y
cooperativa), depositando en ellos nuestros ahorros.
El
CSR ha de ser un consumo ético, solidario y ecológico. El consumo ético es
aquel que además de tener en cuenta los beneficios económicos derivados del
mismo (un bajo tipo de interés del préstamo o el crédito o unas bajas
comisiones para el cliente bancario), considera de manera prioritaria los aspectos
sociales y medioambientales. En banca, estas consideraciones no económicas
pueden ser la transparencia en la manera de hacer banca (proporcionar
información completa y veraz a los clientes) y el trato de sus empleados
(practicar una política salarial que minimiza las diferencias de salarios entre
los directivos bancarios y sus trabajadores). El consumo solidario es aquel que
premia a los bancos que dirigen sus actividades de financiación hacia las
actividades y empresas socialmente responsables (emprendedores sociales,
empresas de inserción) y que comercializan productos de activo (préstamos y
créditos) y de pasivo (depósitos, cuentas corrientes, libretas de ahorros) en
los que una parte de los beneficios obtenidos de los mismos (por intereses o
comisiones) se destinan a proyectos sociales. El consumo ecológico, por último,
es aquel que toma sus decisiones de compra en función del impacto
medioambiental que estas pueden tener o priorizando a aquellas empresas que
favorecen el medioambiente (energías renovables, agricultura ecológica, etc.).
Actualmente,
los ciudadanos tenemos la oportunidad de penalizar el comportamiento abusivo de
los bancos y pasarles factura por sus responsabilidades en la crisis financiera
y económica, ya que el Gobierno no lo está haciendo. Se ha de tener en cuenta
que ser consumidor socialmente responsable no ha de ser caro ni incómodo. La
banca alternativa, socialmente responsable (ética y cooperativa), no cobra
mayores comisiones ni ofrece préstamos a unos tipos de interés superiores a la
banca convencional. Tampoco se trata de una banca que ofrezca menos servicios o
que carezca de los canales de distribución bancarios habituales (tarjetas,
cajeros automáticos, banca on-line,
banca a domicilio). La Banca Socialmente Responsable (BSR) es una banca viable,
consolidada, competitiva y rentable, que ofrece los mismos servicios y
productos que la banca convencional; la diferencia reside en que además de
obtener beneficios económicos, la BSR es una banca comprometida que defiende
los intereses de sus clientes, que trabaja con empresas socialmente
responsables financiando sus actividades y que destina parte de sus resultados
económicos a apoyar iniciativas sociales.
El
CSR es una actitud, de manera que no se trata de pasar de un extremo al otro,
si no de entender la necesidad de apoyar a los bancos que son socialmente
responsables de manera gradual, poco a poco, sin radicalismos. El compromiso
socialmente responsable tiene diferentes grados y dependerá de las condiciones
y limitaciones de cada persona. La persona que tiene contratado un préstamo
hipotecario con un banco convencional no puede dejar de ser cliente de dicho
banco porque cancelar el préstamo o hacer un cambio del préstamo a un BSR le va
a suponer un coste económico importante que deberá valorar; pero sí puede
depositar parte de sus ahorros en un BSR o domiciliar su nómina o su pensión en
un BSR. Ya llegará el momento en que podamos cortar definitivamente con el
banco. Cada uno de nosotros ha de decidir en qué grado puede ser consumidor
socialmente responsable, de manera que esté podrá ir incrementándose cada año,
poco a poco. Pensemos que la contribución de cada uno de nosotros puede ser
determinante; si unimos las modestas aportaciones de cada persona al CSR, es
posible que podamos cambiar el modelo bancario actual, pasando de un modelo
especulativo, depredador y abusivo a un modelo socialmente responsable. Las
consecuencias pueden ser enormes y nuestra contribución mínima. Merece la pena.
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