divendres, 18 d’octubre del 2013

Entrevista sobre La Banca Que Necesitamos realizada por la Unión de Editoriales Universitarias Españolas

Podeis leer la entrevista realizada al autor del libro "La Banca Que Necesitamos" por la Unión de Editoriales Universitarias Españolas como motivo de la presentación del libro en la Librería Científica del CSIC en Madrid el pasado jueves 17 de octubre: http://www.une.es/Ent/Items/ItemDetail.aspx?ID=8735#.UmFqIFZRi6A.twitter

diumenge, 13 d’octubre del 2013

Artículo "La Banca Que Necesitamos en Levante EMV 13.10.2013

Publicado en Levante EMV del domingo 13 de octubre un artículo sobre la situación actual de los bancos cooperativos: "La Banca Que Necesitamos".

Texto íntegro del artículo:
Los Bancos Cooperativos o cooperativas de crédito son bancos que a diferencia del resto de la banca convencional (bancos sociedades anónimas y cajas de ahorros), muestran un trato preferente hacia sus socios, lo que se consigue estableciendo un límite del 49% de sus operaciones de activo (de préstamos y créditos) con terceros no socios. En la Comunidad Valenciana tienen una enorme tradición histórica y surgen directamente vinculadas a la creación de las cooperativas agrarias, industriales y de servicios. Existen tres clases diferentes de cooperativas de crédito en función del tipo de socio-cliente al que atienden: las cajas rurales o cooperativas de crédito agrarias, que financian a los agricultores agrupados en cooperativas agrarias; las cooperativas de crédito populares, que atienden a otras cooperativas industriales y de servicios; y las cooperativas de crédito profesionales, que son bancos creados exclusivamente al servicio de sus socios profesionales liberales (arquitectos, ingenieros y abogados, principalmente). Se puede deducir, por tanto, que originalmente las cooperativas de crédito son bancos socialmente responsables que siguen un modelo de banca local y de proximidad. Se trata de una banca de proximidad porque está creada para atender las necesidades concretas de sus socios (particulares y empresas, generalmente cooperativas) y es también una banca local por centrar su actividad en un municipio determinado. Las dos características apuntadas garantizan su carácter de banca socialmente responsable.
La cuestión que debemos plantearnos es si la conducta social de las cooperativas de crédito y su carácter de empresa socialmente responsable se ha visto afectado por las medidas tomadas ante la crisis financiera y económica. La crisis financiera ha producido una reestructuración importante de la banca: la casi totalidad de las cajas de ahorros se han transformado en bancos privados, una parte de los nuevos bancos creados como consecuencia de las fusiones de las cajas de ahorros están intervenidos y los cinco grandes bancos han incrementado su poder dentro del sector. Pero, ¿qué ha pasado con las cooperativas de crédito?. Una parte importante de estas han ido desvinculándose de sus orígenes sociales y locales debido a: la diversificación de sus operaciones financieras hacia sectores distintos al cooperativista y la realización de fusiones bancarias. La diversificación ha supuesto incluso, en determinados casos, abandonar una parte de sus clientes tradicionales. Hay cajas rurales que incluso han contribuido también a la generación de la burbuja inmobiliaria, acumulando un exceso de activos procedentes del sector de la construcción. Esta diversificación del negocio bancario de las cooperativas de crédito ha supuesto su “bancarización”, abandonando en gran parte su carácter de banca socialmente responsable. Por otra parte, las fusiones bancarias se han producido con intensidad en el subsector de las cooperativas de crédito, de manera que su número ha ido reduciéndose constantemente y, lo que es peor, con el aumento de tamaño producido por las fusiones, se ha ido abandonando el carácter local y de proximidad de estas entidades. En definitiva, la bancarización de las cooperativas de crédito y las numerosas fusiones llevadas a cabo entre ellas, ha supuesto un revés significativo para la banca socialmente responsable en España.

Sin embargo, al igual que aún sobrevive alguna caja de ahorros vinculada al territorio, también quedan bancos cooperativos socialmente responsables en la Comunidad Valenciana. Son bancos que mantienen un carácter de proximidad y siguen financiando las actividades de otras cooperativas y de sus socios. Además, algunas de estas entidades están llevando también a cabo actividades propias de la banca ética, ofreciendo productos de pasivo (cuentas corrientes y de depósitos) de los que una parte de los rendimientos obtenidos por ellos (tipos de interés) se destinan a organizaciones sin ánimo de lucro. También ofrecen microcréditos (pequeños préstamos sin avales para emprendedores) y colaboran en la financiación de empresas de la Economía Social agrupadas en redes. Si de verdad queremos un modelo de banca socialmente responsable, hemos de mantener el carácter de proximidad de la banca cooperativa, apoyando aquellas cooperativas de crédito que siguen apostando por este modelo de banca local y social.

divendres, 4 d’octubre del 2013

Artículo La Banca Que Necesitamos y el Consumo Socialmente Responsable (Las Provincias)

Artículo publicado en Las Provincias el jueves 3 de octubre:


Texto íntegro:
La Banca  y el Consumo Socialmente Responsable
Joan Ramon Sanchis Palacio, Autor de La Banca Que Necesitamos
 El Consumo Socialmente Responsable (CSR) se ha convertido durante estos últimos años en un instrumento al servicio de los ciudadanos para contrarrestar el poder de las grandes empresas y sus prácticas abusivas y poco éticas. A través del CSR, los ciudadanos pueden penalizar los comportamientos no sociales de las empresas, derivando sus hábitos de consumo hacia aquellas empresas que son socialmente responsables, apostando por la protección del medio ambiente y los fines sociales. Pero el concepto incluye, no sólo el cambio en los hábitos de consumo a nivel personal, si no también la militancia colectiva en cooperativas de consumidores, asociaciones ecologistas y sociales y movimientos de apoyo al CSR. La práctica del CSR se puede dar en cualquier tipo de sector económico y de producto, lo que incluye también a las actividades bancarias.
La clave para practicar el CSR está en el criterio que utiliza el consumidor para tomar sus decisiones de compra y de elección de las empresas con las que realizar transacciones. Dichos criterios han de tener en cuenta las consecuencias medioambientales y sociales derivadas de nuestra elección. En banca, las decisiones de los clientes se toman generalmente atendiendo a criterios puramente económicos, como son el tipo de interés de las operaciones activas (préstamos y créditos) y el cobro mayor o menor de comisiones. De hecho, durante muchos años, estas variables son las que han utilizado los bancos en sus campañas publicitarias y de promoción para captar clientes.
El Consumidor Socialmente Responsable ha de ser consciente de su capacidad para influir en los cambios sociales y económicos, para provocar dichos cambios. La decisión de elección de un banco u otro va a determinar el éxito o fracaso de éste, por lo que con el CSR podemos potenciar un determinado tipo de banca frente a otro. Hemos de ser conscientes del impacto que nuestras decisiones como consumidores bancarios pueden tener en la banca. Por una parte, estamos en condiciones de penalizar los bancos que realizan prácticas abusivas con sus clientes (hipotecas suelo, desahucios y no aceptar la dación en pago, comisiones desorbitadas) y ahorradores (preferentes y subordinadas) y que practican operaciones especulativas y poco éticas (blanqueo de dinero, financiación de empresas que deslocalizan, que utilizan mano de obra infantil o que explotan a sus trabajadores). Por otra parte, hemos de plantearnos la posibilidad de apoyar los bancos socialmente responsables (banca ética y cooperativa), depositando en ellos nuestros ahorros.
El CSR ha de ser un consumo ético, solidario y ecológico. El consumo ético es aquel que además de tener en cuenta los beneficios económicos derivados del mismo (un bajo tipo de interés del préstamo o el crédito o unas bajas comisiones para el cliente bancario), considera de manera prioritaria los aspectos sociales y medioambientales. En banca, estas consideraciones no económicas pueden ser la transparencia en la manera de hacer banca (proporcionar información completa y veraz a los clientes) y el trato de sus empleados (practicar una política salarial que minimiza las diferencias de salarios entre los directivos bancarios y sus trabajadores). El consumo solidario es aquel que premia a los bancos que dirigen sus actividades de financiación hacia las actividades y empresas socialmente responsables (emprendedores sociales, empresas de inserción) y que comercializan productos de activo (préstamos y créditos) y de pasivo (depósitos, cuentas corrientes, libretas de ahorros) en los que una parte de los beneficios obtenidos de los mismos (por intereses o comisiones) se destinan a proyectos sociales. El consumo ecológico, por último, es aquel que toma sus decisiones de compra en función del impacto medioambiental que estas pueden tener o priorizando a aquellas empresas que favorecen el medioambiente (energías renovables, agricultura ecológica, etc.).
Actualmente, los ciudadanos tenemos la oportunidad de penalizar el comportamiento abusivo de los bancos y pasarles factura por sus responsabilidades en la crisis financiera y económica, ya que el Gobierno no lo está haciendo. Se ha de tener en cuenta que ser consumidor socialmente responsable no ha de ser caro ni incómodo. La banca alternativa, socialmente responsable (ética y cooperativa), no cobra mayores comisiones ni ofrece préstamos a unos tipos de interés superiores a la banca convencional. Tampoco se trata de una banca que ofrezca menos servicios o que carezca de los canales de distribución bancarios habituales (tarjetas, cajeros automáticos, banca on-line, banca a domicilio). La Banca Socialmente Responsable (BSR) es una banca viable, consolidada, competitiva y rentable, que ofrece los mismos servicios y productos que la banca convencional; la diferencia reside en que además de obtener beneficios económicos, la BSR es una banca comprometida que defiende los intereses de sus clientes, que trabaja con empresas socialmente responsables financiando sus actividades y que destina parte de sus resultados económicos a apoyar iniciativas sociales.

El CSR es una actitud, de manera que no se trata de pasar de un extremo al otro, si no de entender la necesidad de apoyar a los bancos que son socialmente responsables de manera gradual, poco a poco, sin radicalismos. El compromiso socialmente responsable tiene diferentes grados y dependerá de las condiciones y limitaciones de cada persona. La persona que tiene contratado un préstamo hipotecario con un banco convencional no puede dejar de ser cliente de dicho banco porque cancelar el préstamo o hacer un cambio del préstamo a un BSR le va a suponer un coste económico importante que deberá valorar; pero sí puede depositar parte de sus ahorros en un BSR o domiciliar su nómina o su pensión en un BSR. Ya llegará el momento en que podamos cortar definitivamente con el banco. Cada uno de nosotros ha de decidir en qué grado puede ser consumidor socialmente responsable, de manera que esté podrá ir incrementándose cada año, poco a poco. Pensemos que la contribución de cada uno de nosotros puede ser determinante; si unimos las modestas aportaciones de cada persona al CSR, es posible que podamos cambiar el modelo bancario actual, pasando de un modelo especulativo, depredador y abusivo a un modelo socialmente responsable. Las consecuencias pueden ser enormes y nuestra contribución mínima. Merece la pena.